El abuelo hace a Mila un regalo muy especial: unas tomateras. Le enseña a plantarlas y a cuidarlas. Día tras día, Mila irá descubriendo, entusiasmada, cómo van cambiando sus queridas plantas. Gracias a su esfuerzo, dedicación y amor, las tomateras le darán mucho más que sus frutos: también aprendizajes que la acompañarán para siempre.