1 de septiembre de 1939, son las cuatro de la madrugada y los guardias del puesto fronterizo polaco están nerviosos. Los rumores sobre el aumento de soldados alemanes en la frontera son cada vez son más numerosos. No saben que el mayor conflicto bélico de la historia está a punto de estallar y que todo va a empezar con la invasión de su patria. La invasión alemana de Polonia ha sido considerada el detonante de la Segunda Guerra Mundial. Fue anunciada por Adolf Hitler en un discurso, días antes del inicio de la guerra, en el que dejaba claros sus propósitos: «Aniquilación de Polonia en primer término [?] No tengáis piedad. Actuad con brutalidad». La nación polaca se encontraba en una difícil situación: sus tropas nos estaban bien ubicadas; sus aliados franceses y británicos no parecían muy dispuestos a ayudarles; la tecnología de los tanques alemanes y la «Guerra Relámpago» superaban ampliamente a su obsoleta caballería, y la entrada en escena de la Unión Soviética, que también tenía grandes intereses en controlar Polonia, terminó por desequilibrar el conflicto. En poco menos de un mes, el país fue con